¿por qué eco?
Si al elegir un coche te fijas en su consumo de carburante y al comprar una lavadora miras su eficiencia energética, ¿no querrías saber lo que consume tu casa, tu local o tu oficina con el “motor en marcha” casi todo el día?
Nuestras facturas de luz, gas y agua no paran ni pararán de subir.
Pero la arquitectura no solo afecta a tu economía, sino también a tu salud mucho más de lo que somos conscientes.
Ese olor a “nuevo”, a pintura, a plástico, etc… son emanaciones tóxicas de los materiales nocivas para la salud. Los niños, como siempre, son los más vulnerables.
¿Es necesario añadir esta contaminación en casa a la que ya respiramos en la calle?